El avance imparable de las TIC, y el contexto social, económico y cultural que lo sustenta, exige habilidades, competencias y valías que pueden posicionarnos de forma ventajosa ante nuevos escenarios y entornos de formación, emprendimiento y de búsqueda activa de empleo. Es lo que conocemos, ahora, como competencia digital, entendiendo como tal no sólo conocimientos y actitudes para con las Tecnologías de Información y Comunicación sino la capacidad para aplicarlos de forma efectiva, eficiente y crítica y conseguir de esta forma una clara repercusión en el nuestro entorno personal, profesional o, incluso, para influir en el desarrollo económico de un territorio.
Con todo esto la necesidad de informar y formar a ciudadanos responsables, con capacidad y criterio, capaces de asimilar el uso de las TIC, es una cuestión que ha trascendido territorios y fronteras y que se encuentra avalado por estudios, análisis e instrumentos que acreditan el hecho de estar, no frente a un fenómeno, sino ante una realidad presente y un futuro contrastado.
La Comisión Europea define la competencia digital como “el conjunto de conocimientos, habilidades, actitudes, estrategias y concienciación que el uso de las TIC y de los medios digitales requiere para realizar tareas, resolver problemas, comunicar, gestionar la información, colaborar, crear y compartir contenidos y generar conocimiento de forma efectiva, eficaz, adecuada, crítica, creativa, autónoma, flexible, ética, reflexiva para el trabajo, el ocio, la participación, el aprendizaje, la socialización, el consumo y el empoderamiento
Dada la importancia de esta esfera de conocimiento para la ciudadanía en general, la Comisión Europea a través de Agenda Digital Europea está intentando construir un modelo de competencias digitales que agrupe, identifique y reconozca estas habilidades y destrezas.
En España, hasta el momento, se han desarrollado dos modelos de certificación de competencias digitales basadas en el proyecto europeo DIGCOMP, llevado a cabo por el Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS): por un lado está el del País Vasco -con el proyecto Ikanos-; y por otro Cataluña -con el programa AcTIC-.
El proyecto DIGCOMP establece la estructura marco de la competencia digital en 5 áreas competenciales, divididas a su vez en 21 competencias clasificadas en niveles, ejemplos y niveles de aplicación.
- Información
- Navegación, búsqueda y filtrado de información
- Evaluación de la información
- Almacenamiento y recuperación de la información
- Comunicación
- Interacción mediante nuevas tecnologías
- Compartir información y contenidos
- Participación ciudadana en línea
- Colaboración mediante canales digitales
- Netiqueta
- Gestión de la identidad digital
- Creación de contenidos
- Desarrollo de contenidos
- Integración y reestructuración
- Derechos de autor y licencias
- Programación
- Seguridad
- Protección de dispositivos
- Protección de datos personales
- Protección de la salud
- Protección del entorno
- Resolución de problemas
- Resolución de problemas técnicos
- Identificación de necesidades y respuestas tecnológicas
- Innovar y utilizar la tecnología de forma creativa
- Identificación de lagunas en la competencia digital
Saber manejar y hacer un uso efectivo de las herramientas tecnológicas resulta fundamental para estar en disposición de encontrar trabajo y, con este fin, las TIC se han convertido en un protagonista fundamental. Ya no se trata de saber buscar empleo sino de hacerlo con las herramientas adecuadas, con aquellas que hacen posible que todo se pueda hacer de forma más global, con menos coste en dinero y en tiempo y, lo más importante, tejiendo las redes necesarias que refuercen todos aquellos aspectos que completan el proceso de búsqueda activa de empleo: identidad digital, capacidad para compartir y mostrar habilidades, amplitud de los contactos profesionales…
La pregunta que cada ciudadano debe hacerse a sí mismo es: ¿estamos preparados para acreditar esos conocimientos?
http://www.adeituv.es/noticias-conferencia-google-clausura-quipotserempresari-adeit/