Todos tenemos una Identidad Digital
“La identidad personal del futuro será la identidad digital. Olvídense del currículum vítae y preparémonos para el digital vítae. El DNI, como paradigma de la identidad, ya no sirve en la sociedad-red, por reduccionista. Es una foto fija insuficiente en la sociedad de la información y comunicación. Somos y seremos nuestros rastros, reputaciones y contenidos digitales. Encontraremos, mantendremos o mejoraremos nuestro trabajo gracias a nuestra presencia en la red. Nuestra ciudadanía digital será más relevante que nuestra ciudadanía política o cívica. […] Mantener una posición profesional sin presencia pública en la red y en la sociedad no va a ser posible”.
Las anteriores declaraciones fueron realizadas al diario El País por Gutiérrez-Rubí, experto en comunicación y consultor político. En esta identidad digital, conformada por rastros (ejemplo: listado de una convocatoria a oposiciones), reputaciones (ejemplo: actividad en Linkedin) y contenidos (ejemplo: publicaciones en un blog), la marca personal juega un papel fundamental.
La marca identifica una imagen, un símbolo o a una persona con algo valioso, deseable y fiable. En este caso, la marca personal es la gestión adecuada de las percepciones, los recuerdos y las expectativas que se generan en los demás, es decir, la información por la que queremos ser recordados. No se trata de transformar personas en productos, sino que la persona no sea analizada a través de un simple currículum vítae, que puede ofrecer la misma información que otros y por tanto pasar desapercibido. La marca pretende que la información personal sea vista de un modo diferente y pueda aportar un valor único e irrepetible.
Aunque disponemos de varias herramientas digitales para establecer nuestra marca personal, ha sido la Web 2.0, y sobre todo las redes sociales virtuales, las encargadas de dar notoriedad a este concepto y las que posibilitan establecer o reconducir nuestra “imagen de marca” hasta los objetivos propuestos.
Antes de elegir el medio debemos meditar sobre los siguientes aspectos:
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¿Cuál es mi perfil concreto, qué trabajo deseo realmente?
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¿Cuál ha sido mi formación y, ante todo, qué sé hacer?
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¿Cuál es la actividad o actividades en las que destaco?
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¿Qué experiencia, habilidades o disponibilidad puedo ofrecer?
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¿Cuáles son mis valores personales?
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¿De qué manera puedo comunicar todo esto?
Estos puntos pueden tomarse como el eje fundamental de la propia marca personal. Tomando estos aspectos como directrices generales podremos originar contenidos e interactuar con los demás. Los siguientes soportes se podrían utilizar para plasmar estos aspectos:
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Blog: publicar contenidos concretos para afianzar los conocimientos propios en un campo.
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Vídeos, fotografías, presentaciones, audios, etc: publicar todo tipo de contenidos en cualquiera de estos formatos si nuestra actividad y conocimientos lo requiere.
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Redes sociales generalistas: dar a conocer nuestra actividad a un gran número de personas, interactuar con todo tipo de perfiles.
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Redes sociales profesionales: contactar con profesionales o empresas de nuestro interés, comunicar experiencias y dar visibilidad a nuestro perfil en ámbitos específicos.
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Microblogging: generar actividad constante, enlazar contenidos propios o de otras fuentes, afianzar nuestro perfil e interactuar con otros perfiles.
Aún gestionando a la perfección la marca personal no debemos olvidar que, en última instancia, será la reputación en la vida real la que resultará en muchas ocasiones decisiva a la hora de encontrar empleo o acceder a mejores oportunidades laborales. La marca personal debe tener una base sólida: nuestros conocimientos y experiencia. Lo virtual debe ser, y será, el reflejo de lo real y presencial.